Entre las virtudes de la cocina mediterránea, poseemos un extenso consumo de alimentos naturales de…
De todos es conocido que la mayor parte de la gente tienen como base de su dieta algún producto abundante en hidratos de carbono, así sea pan, pasta, patatas, arroz, etcétera. Esta clase de alimento es el que da la primordial fuente de energía.
Se puede destacar entre los tres pilares escenciales de nuestra dieta mediterránea (pan, aceite y vino). Estos pilares han sostenido la civilización de los países bañados por el mar Mediterráneo y sus zonas lindantes desde tiempos inmemoriales, realizando de la dieta mediterránea una situación tangible hoy en dia.
Gazpacho
En el sur de España hay un plato que asimismo puede considerarse un emblema de la cocina mediterránea. es gazpacho Es un batido refrescante con artículos de la huerta, como el tomate y el pepino, y donde el pan y el aceite asimismo juegan un papel primordial.
Si cruzamos la orilla sur del Mediterráneo, vamos a encontrar otro plato donde la harina de trigo es básica. Sí, una harina que necesita bastante trabajo para llevar a cabo una sémola particular con la que realizamos el cuscús, el plato festivo en numerosos países del Magreb como Marruecos o Argelia.
Papas
Su origen es lejanísimo, hace unos 8.
000 años en el momento en que los indígenas de las zonas andinas la cultivaban de forma regular. Por su durabilidad, este tubérculo fue considerado la base de la nutrición de los campesinos, con lo que fue valorado en cero, al punto de transformarse en un antídoto contra el apetito entre los pueblos situados en los presentes Perú, Bolivia y Chile.
La papa llamó la atención de los primeros de europa, incluyendo los soldados que acompañaron al explorador español Gonzalo Jiménez de Quesada. No obstante, el conquistador Pedro Cieza de León se aseguró de llevar múltiples toneladas de este producto en una pequeña embarcación a España. En el momento en que llegó a España, la patata era considerada un alimento “inútil”, con lo que los españoles la usaban únicamente como antídoto para calmar el apetito y en una gran parte de Europa como planta ornamental.
Preparación
Cocinar el tocino ahumado en una cazuela con agua (1h30); dejar enfriar y recortar en pequeños rectángulos de 3 centímetros de largo y 1 centímetro de ancho.
En un bol, combinar el pan rallado y el perejil picado, condimentar. Batir el huevo en tortilla, pasar los caracoles por harina, entonces por el huevo y por el pan rallado.