Quienes desarrollan los platos de alta cocina y están adelante de los más destacados sitios de comidas son los hombres, si bien esto no quiere decir que estén mejor capacitados para la alta cocina.

Termina de pasar el día de la mujer. No sé cuál va a ser tu caso, pero el gusto por comer lo descubrí mediante las recetas de mi madre y mis hermanas, todas y cada una enormes chefs. Y si esa es la generalidad, ¿por qué razón, desde un criterio profesional, las mujeres tienen tan poca presencia en las listas de enormes chefs?

A conocer, según la gaceta Le Chef, de los cien mejores chefs de todo el mundo, solo hay 4 mujeres. A propósito, 2 españolas, Carme Ruscadella y Elena Arzak, una italiana y una francesa.

Si una mujer es chef, si un hombre es chef

Y sucede que el hombre, como escribió una vez José Manuel Otero, es una suerte de pavo real que vive contemplándose a sí mismo, encantado de hallarse consigo y sin preocuparse por todo cuanto le circunda. De ahí que es tan simple para él caer en la adulación. La mejor forma de hallar que lleve a cabo algo es elogiar lo que hace sin límite. Pero eso sí, los halagos no tienen la posibilidad de quedarse en el hogar, deben estar apoyados por un reconocimiento de afuera que realice perceptibles frente el resto sus “increíbles” logros.

Si nos centramos en este país, este informe nos enseña que en prácticamente siete de cada diez hogares españoles, la mujer es la que cocina. El hombre está poco a poco más que se encuentra en la cocina, pero la incorporación de él a las tareas de cocina de la vivienda está todavía lejísimos de lograr el chato femenino.

Sea como fuere, de a poco, el hombre comienza a asumir tareas en la cocina y, lo que es preferible, le va tomando cariño.

Ciertos cocinan manjares, pero la civilización asignó este papel a las mujeres y las abuelas corrieron de las cocinas a sus nietos. A dios gracias, esto está mudando

Fotografía: Yolanda Zamora

Esta es una pregunta tonta para comenzar, pero bueno , de alguna forma debíamos comenzar esta colaboración implicando y también invitando a nuestro lector a expresar un criterio y, ¡quién sabe!, quizás por ahí brinquen ciertos gansos explicando que una mujer es preferible en la cocina que un hombre, o al reves. ¡Quién sabe!