A Christmas Carol (película de 2009) A Christmas Carol Interpretada por Jim Carrey Gary Oldman…
Una pareja pierde al bebé que aguardaban en el transcurso de un parto domiciliario fallido.
* Puedes proseguirla en su página web ‘Saca la tarjeta de tu padre’, un emprendimiento formativo para la educación infantil pero enfocado a progenitores y mamás. Escasas cosas tenemos la posibilidad de imaginar tan desgarradoras como la desaparición de un niño. Es un hecho impensable, que va contra la naturaleza. Los hijos tienen que subsistir a sus progenitores, por ley natural. Esta iniciativa está poderosamente arraigada en nosotros. De ahí que, entre otros muchos, que es en especial bien difícil sobrepasar una pérdida tan esencial en la vida desde la perspectiva de ser madre, padre, pareja… Y por esa razón no hay palabra para designar a una madre o padre que ha perdido un hijo, si bien existen algunos para charlar de personas que perdieron a sus progenitores (huérfanos) o mujeres que perdieron a sus maridos (viudas). Semeja tal y como si no hubiese forma de denominar el horror de semejante experiencia. En el momento en que muere un hijo, comienza un desarrollo de desafío en la familia. El desafío es una sucesión de fases que se viven frente a la pérdida de un individuo cercano y cuyo propósito es integrar la pérdida en la vida. Vive esa experiencia sin paralizarte. Cada individuo puede presenciar este desarrollo de una forma completamente diferente a otra. La manera de expresar el mal es algo especial y también íntimo que no ha de ser censurado ni criticado si no comprendido. El desafío puede ser difícil en dependencia de las situaciones de la desaparición del niño, si fue beligerante o, por contra, fue producto de un incidente. Comunmente es mucho más simple comprender una muerte causada por situaciones casuales que no comprometen que absolutamente nadie tenga la culpa que que alguien haya dañado deliberadamente al niño. Las ideas de justicia y destino que tiene cada integrante de la familia tienen la posibilidad de verse con seriedad perturbadas, tal como la fe, si la familia es fiel. La primera cosa que acostumbra pasar al percibir la novedad es un enorme shock psicológico. Especialmente si la desaparición es inmediata, sin poder preverla ni prepararse lo mucho más viable para ella. Es como recibir un enorme golpe, un horrible susto. Denegar que algo de esta manera haya podido suceder pertenece a los mecanismos de protección del humano y aparecerá como algo natural. Los sentimientos de desesperanza, confusión o entumecimiento son completamente normales y asimismo suceden poco tras percibir la novedad. La vida se rompe, se para, no tenemos la posibilidad de proseguir con la rutina, con lo diario y debemos parar para sentir todo cuanto nos pasa y absorber la realidad. Que nuestro hijo por el momento no está y no volverá. A muchas mamás y progenitores les tortura la iniciativa de no haber podido resguardar a sus hijos, o sea, de no haberlos podido socorrer de ese fin. Entre las funcionalidades de la familia es proteger a sus hijos de cualquier riesgo y por este motivo, si bien las causas de la desaparición estén completamente fuera del control de los progenitores, estos tienden a culpabilizarse o recriminarse. De a poco y con el pasar de los años las conmuevas se vuelven menos profundas y se admite la pérdida. No hay un tiempo concreto para «cerrar» el desafío pero se calcula que en precisamente un año la situación hubo de ser asimilada y deberían haber podido continuar con vida. Esto no significa en absoluto que uno no sienta mal al rememorar al hijo que no está, pero sí que el mal debe existir disminuido lo bastante como para lograr seguir con su historia. Hay mamás y progenitores que procuran una contestación a eso que les sucedió, una explicación que les logre agradar ante tal desgracia. No obstante, frecuentemente no lo hay, más que nada a veces en las que se ha producido el fallecimiento de un hijo por patología o incidente. No hay ninguna persona a quien culpar y hay que sospechar que muy frecuentemente la desaparición hace aparición de súbito y por lo menos aguardado. El próximo paso, en el momento en que las conmuevas sean menos dolorosas, sería intentar reconstruir la vida. Un hijo es una exclusiva ilusión, un emprendimiento de vida que una mujer vive sola o con otra persona, su pareja. Desde que muchas mujeres quedan embarazadas empiezan a imaginar de qué forma va a ser la vida en el momento en que nazca el bebé, qué fachada física va a tener, qué tiempo va a pasar con él, de qué forma medrará, cuál va a ser su personalidad. Toda esta novedosa situación construida con el pequeño se trunca en el momento en que este muere, y puede perjudicar a la pareja si la hay. De ahí que debemos crear un futuro donde haya promesa y nuevos proyectos. Hacer algo enternecedora con lo que valga la pena vivir tras la desaparición de su hijo Muchas mamás y progenitores no semejan opinar que están en su derecho a reconstruir sus vidas tras una pérdida tan enorme, pero se puede realizar. El recuerdo y el cariño por el hijo que no está siempre y en todo momento va a estar ahí, pero la iniciativa es que sea desde el cariño y el cariño y no tanto desde el mal. El cariño te deja crear algo nuevo, el mal en cambio paraliza y no te deja proseguir. Hay parejas que se apartan tras la desaparición de un hijo, en tanto que no tienen la capacidad de estar comunicado y comprender de qué manera se siente el otro. En ocasiones uno culpa al otro de la desaparición del hijo y eso puede romper psicológicamente a un individuo y asimismo terminar con sus proyectos de pareja. Si la pareja tiene otros hijos, estos tienen la posibilidad de ser un óptimo fundamento para regresar a la rutina, hay que cuidarlos, resguardarlos y asistirlos a comprender la situación. Para eso hay que ser fuerte y frecuentemente la pareja precisará asistencia externa de familiares, amigos y a veces expertos. Los hermanos asimismo precisan plañir y poner de forma lenta al hermano fallecido en un espacio donde no les ocasione tanto mal. Esperemos absolutamente nadie tuviese que pasar por una experiencia tan dolorosa como esta, pero aun si pertence a las mucho más desgarradoras que hay, la vida puede seguir.
‘PD: Te amo’: Aprendiendo a vivir sin ser amado
Esta película detalla con destacable sensibilidad la crónica de una mujer cuya pareja muere gracias a un tumor cerebral. La desaparición sucede al principio de la película, con lo que la historia se enfoca en las adaptaciones que la personaje principal debe llevar a cabo en su historia, para estudiar a vivir en un planeta donde su marido por el momento no está. Presente. Hasta aquí la historia puede ser bastante común.
La sorpresa llega con la aparición de unas cartas que la personaje principal comienza a recibir el día de su cumpleaños. En ocasiones son cartas de ella, en ocasiones grabaciones de ella, en las que le solicita que prosiga con su historia, que «le lleve a cabo un hueco en el armario». Así, la guía a crear un puente desde el punto en el que se encontraba atascada en el momento en que él murió hasta su instante de hoy, para ofrecerle sentido y crear nudos con su historia, integrándolo a él como una parte de ella. de la narración de su historia. Al fin y al cabo, que ella resuelva su desafío.