Las fiestas navideñas nos ofrecen la posibilidad de expresarnos mutuamente amistad y cariño, deseos de felicidad y paz. En esos días recordamos a los ausentes, así sean muertos o separados, se hacen memorias de tiempos pasados ​​y se hace un esfuerzo por olvidar riñas y tensiones.

La mayor parte de los cristianos festejan la Navidad el 25 de diciembre, más allá de que ningún artículo sagrado aclara el día del nacimiento de Jesucristo. La festividad se fijó de 2 formas que coincidieron en exactamente la misma fecha: por una parte, los cristianos adoptaron tradiciones paganas que se festejaban el 25 de diciembre y, por otro, las indagaciones eclesiásticas concluyeron que Jesús nació ese día. Si bien la Navidad es una celebración posbíblica, durante los siglos se convirtió en la celebración sagrada de los cristianos.

Las fiestas de invierno son precedentes al cristianismo. Ahora en el Neolítico y la Edad Vieja se festejaba el solsticio de invierno, día en que el sol consigue su punto mucho más bajo, que tiene rincón entre el 20 y el 23 de diciembre. Las festividades representaban la victoria de la luz sobre la noche mucho más extendida del año. Los romanos, por poner un ejemplo, festejaban tres festividades que culminaban el 25 de diciembre de su calendario, el juliano. Entre el 17 y el 23 de diciembre se efectuaban las Saturnales, en las que se rendía culto a Saturno, dios de la agricultura y de la luz, para soliciar buenas cosechas. A lo largo de estos festivales, las viviendas y las calles se alumbraban con candelas, se detenía el trabajo agrícola y los esclavos posponían su trabajo. Los romanos visitaban a familiares y amigos, intercambiaban regalos y festejaban enormes banquetes públicos. Asimismo el 25 de diciembre se festejaba el Natalis Solis Invicti, que festejaba el nacimiento del dios Sol Invicto, y el Brumales, asimismo basado en la regeneración o nacimiento del sol.

Unión familiar.

Participación activa de los integrantes de la familia en ocupaciones conjuntas como la decoración navideña o cenar juntos.

Puede ser un óptimo instante para argumentar a los mucho más pequeños que bastante gente viven en ocasiones perjudiciales y para comunicar en los pequeños la conciencia de la verdad y el sentimiento de solidaridad.

Referencias

Cerdá, A., & Lavee, H. (1995). Escorrentía y erosión en los suelos del desierto de Judea. Geográficalia, (32), 17-36.

Marquet, P. A., & Jaksic Andrade, F. (1998). Los ecosistemas del desierto de Atacama y región andina adyacente en el norte de Chile. Gaceta Chilena de Historia Natural, N° 71, p. 593-617. Chile.

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