Dedicatoria al personaje principal en el final de la película: «Amado George, ten en cuenta que ningún hombre que tiene amigos es un fracaso. ¡Gracias por las alas! Con amor, Clarence. ?Es una vida fantástica?, una historia indispensable para no olvidar a lo largo de todo el año.

Hay un pensamiento errático muy extendido en el planeta, el de opinar que la Navidad empezó con el nacimiento de Cristo. Sí, es verdad que el día de Navidad festeja el nacimiento del hijo de Dios, y que son fiestas de enorme valor católico. Pero de todos modos la Navidad como la conocemos nació diecinueve siglos después, en Inglaterra, al lado de Hables Dickens. La Navidad no tendría el concepto que tiene el día de hoy sin las proyectos del creador inglés. Probablemente, sin el nacimiento de Dickens, la Navidad habría desaparecido completamente, no en balde, varios ahora la rechazaban completamente y no la festejaban por su carácter católico. Pero con Cuento de Navidad logró escribir de nuevo las claves de la Navidad así como la conocemos el día de hoy, desnudándola, haciéndola una celebración mucho más laica (sin perder jamás su carácter católico), y centrándola en la familia y la generosidad. Tal fue la relevancia que Dickens le dio a la Navidad, que en el momento en que una pequeña pequeña se enteró de su muerte, preguntó: «Si Dickens ha muerto, ¿significa eso que Papá Noel asimismo va a morir cualquier día?». Si hay alguien que comprendió a Dickens como absolutamente nadie, ese fue Frank Capra. Entre las varias cosas que tienen en común la obra de Dickens, a la que indudablemente volveremos en múltiples oportunidades, y la película de Capra, está visto que son 2 proyectos tan universales, y que reflejan un sentimiento tan humano, que si bien pasó bastante tiempo pasado por medio de ellos, continuarán actuales a lo largo de múltiples siglos mucho más. Y semeja bien difícil meditar el día de hoy, que alén del consumismo predeterminado, que si en algún instante el espíritu navideño amenaza con ocultar, ninguna de estas 2 proyectos podría asentarlo sobre sus cimientos sin riesgo de que se desvanezca.

Oraciones de la película ¡Qué bonito es vivir!

– ¿Andas enfermo? Clarence pregunta. «No, atormentado», responde Dios. ¡Deseo regresar a vivir!… ¡Deseo regresar a vivir!… Deseo regresar a vivir. ¿De qué manera sería la vida sin mí?… Esperemos no hubiese nacido. ¿Quieres la luna? Dime solo una palabra y lo atraparé y te lo entregaré. ¿Diriges un negocio o una organización beneficiosa? Unas oraciones lindas, ¿no crees? ¿Sabías que esta película no tuvo bastante éxito tan rápido como se estrenó? No obstante, la hondura de su crónica, que fue alén de una fácil trama navideña, se ganó el corazón de todos y se transformó en un tradicional del cine. Extraño, ¿verdad? La vida de cada hombre toca muchas vidas, y en el momento en que uno no está deja un orificio horrible, ¿no es de esta forma? Vas a ver, George, tuviste una vida extraordinaria. Gracias por las alas y el sentido de la vida. Mamá afirma que toda vez que suena una campana, un ángel ganó sus alas. Absolutamente nadie es un fracasado si tiene amigos. No sé si me es conveniente que me vean paseando con un ángel sin alas. Sí, semeja el ángel que me merezco… Soy un adulto mayor y prácticamente todos me detestan. Pero tampoco me agradan, conque nos encontramos a mano. Debía accionar veloz, conque brinqué. Se encontraba seguro de que si me ahogaba, me salvarías. El que se ahogaba eras tú, y el salvador era yo.

Como se mentó al comienzo, esta película toca una fibra sensible; suicidio. El personaje principal (George Bailey), sumido en una depresión, escoge quitarse la vida. En ese instante, hace aparición Clarence Oddbody; un ángel enviado por Dios para eludir tan poco afortunado final y enseñarle a Bailey el concepto de la vida.

Potters vs Baileys

George y su abrazo atormentado a la mucho más pequeña de los Bailey.

Qué bonito es vivir es del ’46, y por consiguiente fruto de una temporada que precisaba sobrepasar la Segunda Guerra. Eso enseña el mensaje aleccionador, e inclusive el recurso a la fantasía, pero asimismo —no lo había sentido las primeras ocasiones que la vi— la crudeza de su pintura. El desenlace es ilusionado, pero su transición no es así. La bofetada que el Sr. Gower le da al joven George es dolorosa de ver. (De todos modos, era real, el actor adulto envolvió al niño y le logró sangrar el oído). En el momento en que el adulto George se siente acorralado, el abuso que produce a su familia es espeluznante. Me conmovió en especial la escena donde abraza a su hijo menor prácticamente con crueldad, y entre lágrimas. Quizás pues el día de hoy me siento mucho más cerca que jamás de Bailey. ¿Quién de nosotros no ha experimentado la contradicción entre el desamparo que nos llena de íra y el cariño desenfrenado por una criatura que no comprende lo que nos pasa? Capra le da otra ocasión a Bailey, pero a fin de que este comprenda el valor de lo que se le da, no escatima ni un segundo en padecer. No en balde, el crítico Andrew Sarris calificó la película como «entre las historias mucho más intensamente fatalistas que logró una popularidad perdurable».

¡Qué bonito es vivir!

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