Al fin y al cabo, la película ?¡Qué bonito es vivir!? Es una historia llena…
es una fábula esperanzadora sobre el heroísmo del ciudadano estadounidense promedio que pelea todos y cada uno de los días por salir adelante por su familia y su país sin meditar en sí. La historia fue redactada por Philip van Doren Stern en 1939, quien, al no poder hallar un editor, se la envió a sus amigos en 1943, adjuntado con una tarjeta de Navidad.
¿Algo nuevo que dar sobre “Qué bonito es vivir”? Todo cuanto se reseña sería “llovió sobre mojado”. Pero en estas datas navideñas que se nos vienen encima, son el mcguffin idóneo para destacar una escena; frecuentemente hay que llevar a cabo zoom sobre algo, sacarlo de su contexto, para lograr apreciarlo en su intensidad. Y eso es lo que le pasa a esta película; La vimos en tantas ocasiones, nos hizo plañir de felicidad, nos hemos tirado en el sofá con una manta el día de Navidad en el momento en que hemos visto que la retransmitían por televisión, y nos hemos sonreído al notar al bueno de James. Stewart tal y como si fuera la primera oportunidad que lo hemos visto, que perdimos la aptitud de capturar datos.
Esta película indudablemente ocasionará sus deseos y fobias, aun es posible que extrañemos a Pepe Isbert en algún instante chillando: ¡Checho!
Oraciones de la película ¡Qué bonito es vivir!
– ¿Andas enfermo? Clarence pregunta. «No, atormentado», responde Dios. ¡Deseo regresar a vivir!… ¡Deseo regresar a vivir!… Deseo regresar a vivir. ¿De qué manera sería la vida sin mí?… Esperemos no hubiese nacido. ¿Quieres la luna? Dime solo una palabra y lo atraparé y te lo entregaré. ¿Diriges un negocio o una organización beneficiosa? Unas oraciones lindas, ¿no crees? ¿Sabías que esta película no tuvo bastante éxito tan rápido como se estrenó? No obstante, la hondura de su crónica, que fue alén de una fácil trama navideña, se ganó el corazón de todos y se transformó en un tradicional del cine. Extraño, ¿verdad? La vida de cada hombre toca muchas vidas, y en el momento en que uno no está deja un orificio horrible, ¿no es de esta forma? Vas a ver, George, tuviste una vida extraordinaria. Gracias por las alas y el sentido de la vida. Mamá afirma que toda vez que suena una campana, un ángel ganó sus alas. Absolutamente nadie es un fracasado si tiene amigos. No sé si me resulta conveniente que me vean paseando con un ángel sin alas. Sí, semeja el ángel que me merezco… Soy un adulto mayor y prácticamente todos me detestan. Pero tampoco me agradan, conque nos encontramos a mano. Debía accionar veloz, conque brinqué. Se encontraba seguro de que si me ahogaba, me salvarías. El que se ahogaba eras tú, y el salvador era yo.
Como se mentó al comienzo, esta película toca una fibra sensible; suicidio. El personaje principal (George Bailey), sumido en una depresión, escoge quitarse la vida. En ese instante, hace aparición Clarence Oddbody; un ángel enviado por Dios para eludir tan poco afortunado final y enseñarle a Bailey el concepto de la vida.
¡Feliz Navidad Jorge!
Sí, todavía nos encontramos en junio y seguramente tu nombre no es George. Pero, llegó el instante de entablar la relación determinante entre la película y el crowdfunding, y hallar la clave del éxito de este último. Ojo, no digo que vayas a soliciar dinero a tus amigos (¡de ninguna forma!), pero hay que tener en consideración a quién nos vamos (tu público) y, más que nada, quiénes somos para soliciar ese acompañamiento. .
Entonces, la iniciativa de valor que presente ha de ser tal que sea «una oferta que no logren negar» (veo qué película usaré en la próxima publicación), una iniciativa tal que sientan que no puede perder la posibilidad de ser una parte de ella (si bien no haya recompensa). Esto es primordial. No obstante, me arriesgo a decir que es aún más esencial que la iniciativa de valor esté fundamentada en la persona (o marca) que hay detrás (algo relacionado lo comenté aquí). Que se mantenga en ti.