Lo hermoso es algo que tiene hermosura. De todos modos, para ser mucho más precisos, las cosas no ?tienen? hermosura, sino la multitud le asigna esta cualidad desde una apreciación que es subjetiva.

Lo precioso siempre y en todo momento está adelante, en todas y cada una partes, en todo instante. Se extiende por los cuerpos, el ocio y las pantallas hasta saturar nuestro campo de visión. Lo procuramos con avidez y lo podemos encontrar como una segunda piel que define nuestra forma de relacionarnos con la verdad. Somos indulgentes con la hermosura. En el momento en que algo es bello o estetizado, somos propensos a perdonar sus defectos.

Si frente a lo estetizado, y el capitalismo es una impecable máquina de estetización, observamos desinteresadamente y dejamos de ver en las cosas su condición de artículos, su origen, su ideología y la crueldad que se ejercita cerca de ellas . ellos. Contra el exceso cegador de un planeta absolutamente estetizado, Pablo Caldera reclama una observación que presta atención a sus sombras, sus huecos y sus descuides. Una observación antiestética que va alén del exitación desinteresado de la contemplación que, como ahora apuntaba Nietzsche, solo lleva a la crueldad.

Deber

La crueldad empieza con una resolución, con un deber con algo. Comitere significa “prender la acción”, arrimar una cosa a la otra, agrupar, confiar algo a alguien y “realizar”. Comprometerse con una decisión se siente como un acto violento, pero liberador. Hay algo en juego, bajo riesgo, algo vital y también dudoso que nos conmueve y incentiva. Las resoluciones dan rincón a restricciones y estas, por su parte, requieren un empleo creativo de la imaginación. Ser despiadado es, en último término, un acto de generosidad y colaboración. No es una desgracia no entender lo que haces y no tener todas y cada una de las respuestas. Solo intente trabajar con interés y precisión. (El temor y la vergüenza no tienen que detenerte, solo son espectadores apasionados.)

Las ideas van y vienen, pero lo esencial es el deber con la decisión, y con tu claridad y aptitud de hacer llegar. No tiene que ver con hallar la iniciativa o resolución adecuada (algo que solo entendemos tras el hecho), sino más bien de la calidad de la resolución. De manera intuitiva estamos trabajando unos con otros y después, en el instante conveniente, nos lanzamos. Escogemos la «muerte» como el cambio que deseamos ver en el planeta.

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