Siempre y en todo momento hubo algo profético y científico en el trabajo de JARR. Una especide de intuición analítica que en sus años de figuración narrativa –que por sus vaivenes psicodélicos podría anotarse en el acid pop– nos ofrecía diagnósticos críticos de la verdad y la salud del ecosistema geopolítico del que nos abofeteaba esporádicamente por medio de pinturas.. no lo eran, sacrificando la hermosura usual por una función popular del arte. Allí comenzó a reabrir algunas lesiones en la sensibilidad de un espectador habituado al rostro benévolo y poético de sus Candid Dancers, con quienes inició su trayectoria hace mucho más de veinte años.

El hilo quirúrgico del que charlamos el día de hoy ahora se encontraba implícito en ellos. JARR sintió la necesidad neodadaísta de juntar espacios, planos, figuras, elementos, realidades en un ensamblaje visual y conceptual de imágenes áureas barrocas y devotas en las que, de a poco, daba el salto del mal espiritual al mal físico. Heredero del movimiento «crónica de la verdad», JARR fue un constructor de imágenes estimulantes con apariencia de montajes fotográficos pintados con visibles referencias a Renau o al grupo de Chronicle. Pero el hilo se encontraba ahí en su pulsión objetual que lo empuja a romper el formato de la pintura con las Cajas Negras, cuadros en cubos-puzzles, móviles inteligentes, marcos con ojos, estatuas formadas por elementos enmarañados, cosidos, de los que reanuda el cuadros combinados al estilo Rauschenberg. Au début, il y avait un fond mystique, mais bientôt sa peinture est devenue l’objet d’une action énergique qui a demandé au corps de souder, construire, tacher, casser et déchirer jusqu’à atteindre les viscères de l’innocence de la pintura. Surgían imágenes diseccionadas, cuerpos libres por un desarrollo de crueldad sensible y urgencia por venir a la realidad, que precisaba ser reparada. Verdaderamente empezó a coser las lesiones.

Elle Decor

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